lunes, 17 de septiembre de 2007

Shall we dance??


Sábado en la noche. Estoy en la sala de mi casa esperando a que lleguen por mi para celebrar la graduación de un amigo. Debieron llegar desde las 9 pero como siempre no han llegado. ¿Qué mas podía esperar si el que viene por mi es el puerco? Afortunadamente no estoy solo. Me acompaña mi queridísimo y fino amigo Tom Collins, lo que me pone in mood desde antes de llegar a la celebración.

Tomo el teléfono y con un tono de regocijo y felicidad extrema le mento la madre al Vizconde de Morcef por su nefasto retraso. Me ignora y me dice que me aguante, que ya viene cerca. Total, mi amigo Tom y yo nos entendemos bien, así que no importa.

Al fin llega mi porcino amigo y salgo de mi hogar enfundado en mi traje de celebridad. Esa maldita costumbre que tengo de ir mejor vestido que el festejado no se me quita, lo que me ha valido felicitaciones en bodas, graduaciones, etc, aunque debo decir que no me molesta en lo absoluto, si no les molesta a ellos menos a mi.

Abordé el carro con la firme intención de divertirme, aunque todo apuntaba a que bebería como aldeano en feria patronal, lo cual tampoco me molesta y con ese pensamiento en mente nos dirigimos al lugar de la graduación, un salón a las afueras de la ciudad, bonito, elegantón y espacioso.

Llegados al lugar del evento me doy cuenta de que no es la primera vez que voy al mencionado salón y al ir caminando hacia la mesa que me acompañará toda la velada se reconstruye, fragmento a fragmento, la última graduación a la que asistí en dicho lugar. Tal como lo recuerdo, la música era insoportable, en estilo y en volumen. No se puede platicar y como es lo único que pienso hacer esta noche (discúlpenlo, anda crudo el muchacho, muy crudo y sin ganas de bailar) me resulta un poco encabronante la situación, eso sin mencionar lo macuarra que era la música (banda y pasito duranguense, chinguen a su madre mejor).

Posicionados en la mesa, distingo a un personaje en una mesa contigua quien me resulta familiar. El Doctor Simi en una botarga increíblemente real, a quien voy a saludar por cortesía profesional.

-Lic. Fulano de tal, como ha estado??
-Muy bien Barón y usted??
-También gracias. Bueno, lo dejo para evitar que me mate de hueva
-Andele, gracias por venir a saludar, le da un abrazo al puerco de mi parte.
-Claro que si, pero ya me voy, tengo que______________________________ (inserte cualquier pretexto aquí).
-Claro, yo comprendo, un placer extraordinario saludarlo.
-Si, yo se que lo es para usted.

Terminada la brevísima conversación me encuentro de vuelta en la mesa, donde distingo a otro queridísimo amigo quien sustituiría a Tom, que no pudo acompañarme esta noche. Señoras y señores, con ustedes Mr. Jack Daniels, quien junto con el de la voz y el centro de mesa, formaría una constante en el citado lugar durante las 4 o 5 horas que dura la celebración, mismo que veía rotar a sus ocupantes, ya sea por el baile ya sea por cualquier otra cosa que no me importa.

No se me malinterprete con lo anterior. La fiesta estaba divertida y yo también. Siempre hay con quien tener una buena conversación y la mesa nunca estuvo sola y como hacía años que no me convertía en parte de la decoración de la misma pues me pareció divertido esta vez.

La ausencia de after party me llevó temprano a casa, lo que me valió el ser interpelado sobre mis ocupaciones nocturnas al tenor de:

-Y que hiciste hoy??
-Nada


Nunca había tenido tanto sentido esa palabra.